Duerme medio sentado con la boca abierta y lo observo en silencio, contenta de haberme despertado primero. A veces me abruma, con toda la preparación del desayuno y dulces mensajes de texto. El pesimista que hay en mí espera a que salga el gilipollas, que abra los ojos y diga: “¿Qué estoy haciendo aquí?”. No ha dicho exactamente que me ama, pero sé que lo hace. Cuando tomamos la decisión de continuar con esta relación, estábamos sentados en esta misma cama uno frente al otro, con las piernas cruzadas y las manos juntas. Había obstáculos, cosas y personas en el camino, y no estaba seguro de cómo iba a progresar desde ese punto, pero sabía que quería que así fuera. “Estabas sentado frente a mí en un partido de baloncesto y vestías una chaqueta azul marino con rayas en el interior de la capucha. Tu cabello estaba en coletas y trenzado… Me encantaba tu cabello así. Te he deseado desde ese momento; Siempre te he querido solo a ti. Hace años, me dijo exactamente esas mismas palabras y corrí ...